#Nuestra capacidad de soñar
En una columna de opinión del NYT del 2017 el psicólogo Martin Seligman y el periodista John Tierney escriben:
Estamos mal nombrados. Nos llamamos Homo sapiens, el "hombre sabio", pero eso es más un alarde que una descripción. ¿Qué nos hace sabios? ¿Qué nos diferencia de otros animales? Se han propuesto varias respuestas: lenguaje, herramientas, cooperación, cultura, mal sabor para los depredadores, pero ninguna es exclusiva de los humanos. Lo que mejor distingue a nuestra especie es una habilidad que los científicos apenas están empezando a apreciar: contemplamos el futuro.
Contemplar el futuro, es trasladarnos mentalmente a un terreno que aún no existe, es construir un universo alternativo en nuestra mente, el cual habitamos y exploramos buscando quizás respuestas, quizás esperanza. Nuestra capacidad de construir ese castillo onírico y habitarlo nos permite hacer posteriormente un moonwalking mental para descubrir los pasos que necesitamos tomar, ya en el mundo real, para poder transformar ese sueño en una realidad.
Todos y cada uno de los grandes avances, tanto científicos como sociales, partieron de un sueño. De una persona o un grupo de personas imaginando algo mejor a lo que tenían en ese momento. Es tan importante nuestra capacidad de imaginarnos un futuro mejor que, como dicen los autores, es básicamente lo que nos separa del resto del reino animal.
Aquí hago un alto y les confieso que tengo miedo. Y no es solamente miedo, es una incomodidad espiritual, una congoja en el alma. Tengo miedo de que el plano real que nos toca vivir en este país nos esté contaminando el suelo de plano mental que necesitamos para poder soñar.
Siento que no me equivoco si les digo que este país nunca fue muy amigable con las personas que sueñan con un futuro mejor. El tema es así, nosotros (los civiles digamos) podemos hacer todo el esfuerzo mental para imaginar, pero para poder llevar eso al plano real necesitamos indefectiblemente de una estructura de organización que nos permita hacer el intento de que ese sueño se haga una realidad, y es ahí en donde empezamos a fallar. O quizás el problema empieza antes.
Para poder soñar, imaginar, pensar, necesitamos condiciones fisiológicas que favorezcan que esto ocurra. Necesitamos un cerebro sano y nutrido, y una realidad emocional que nos impulse a ser creativos. ¿Se animan a pensar qué % de la población de nuestro país tiene estas condiciones de base para poder empezar a imaginar? Luego ¿qué % de esos que pueden soñar encuentras las herramientas sociales para hacer ese sueño realidad? No tengo las cifras pero siento que son pequeñas.
El hambre, la precaridad de los entornos familiares, la educación pública prácticamente inservible, la corrupción, la injusticia, la impunidad, la pérdida de confianza en las instituciones (¿en la democracia misma?), todo esto genera los problemas que vemos en las tapas de los diarios todos los días, pero también algo que aún no vemos pero que vamos a necesitar: están matando nuestra capacidad de soñar.
Yo no quiero vivir en un lugar en el que no se pueda soñar, y tengo miedo que estemos volviendo a este país en un desierto en el cual solamente habita el cinismo y las pesadillas de lo que pude haber sido y no fue.