Vivir a Consciencia

Compromiso

Me dieron ganas de escribir y compartir mis sensaciones sobre la vida. La idea no es realizar un escrito profundo y filosófico de la vida y sus emergentes, sino intentar acercarme a aquellas cosas prácticas que toman lugar en el dia a dia. Primero, considero importante aclarar que lo que escribo es simplemente una humilde opinión, formada a partir de mis propias experiencias. Tanto mis comentarios como mi manera de ver las cosas están completamente sesgados por mis vivencias. Sin embargo, elijo compartirlas porque creo que pueden servir de herramientas para aquel que lea este pequeño escrito.

Hace un tiempo comencé a prestar atención a los comentarios que realizan las personas de mi entorno cercano - familiares y amigos - así como también aquellas con las que uno comparte apenas algunas palabras. Me sorprendí al observar que en muchos casos - casi todos - podía encontrar un factor común: un alto grado de violencia y agresión a la hora de hablar, asi como muy poca paciencia a la hora de escuchar. Creo que es importante destacar que estos comentarios no se presentaron en debates o discusiones políticas, de religión o algún tema particular que suele generar rivalidad o diferencias, sino que los escuché en escenarios de lo más cotidiano; colas de supermercado, discusiones en los semáforos, cenas familiares.

Entonces me puse a pensar, a intentar comprender qué es lo que nos sucede, que es lo que genera que estemos a la defensiva y que cualquier situación pueda ser disparadora de una discusión. No creo que se reduzca a una cuestión de ideologías y diferentes formas de pensar. Sospecho que en realidad se relaciona con el mundo actual, con la rapidez e inmediatez que trajo la tecnología a nuestras vidas, porque estamos inmersos en rutinas y responsabilidades que ocupan nuestro día y no nos dejan detenernos a pensar que queremos y necesitamos realmente. En nuestras cabezas ya no hay pensamientos, hay ruidos que muchas veces no nos permiten ver y escuchar la realidad con claridad. Ya no vemos. Ya no escuchamos. Ni a nosotros mismos, ni al otro. Simplemente andamos, cumplimos, y estallamos frente a pequeñas situaciones que no resultan ser como esperábamos.

Freno. Paro la pelota y los invito a levantar la cabeza conmigo. A dejar de lado ideologías, religiones, pasión por un club o un deporte. A mirar un espejo y reconocer a quien estamos viendo. A mirar al costado y reconocer que hay un otro. Vivimos amontonados y compartimos paredes con otras personas que, a veces, no sabemos quienes son. Pensemos, escuchemos nuestro interior para luego también poder tener la posibilidad de escuchar a los otros. No tenemos idea por lo que están pasando, sea bueno o malo. Actuemos sin esperar nada a cambio. Hagamos por nosotros y por el otro, sin necesidad de una respuesta, un cumplido o algo a cambio. Si vemos basura en la calle, juntemosla. Si hay una persona que nos parece perdida, o que necesita ayuda, acompañemosla. Si te sobra ropa en tu casa que sabes que no vas a usar nunca más, llevasela a alguien que la necesite. No perdamos más tiempo en discusiones inútiles que no nos llevan a ningún lado. Simplemente hagamos las cosas con buenas intenciones, y sinceramente creo que a la larga todos vamos a estar mucho mejor. Y si bien esto es una teoría, estoy convencido de que depende de nosotros. De actuar con buena fe. No estoy diciendo que tengamos que salir a repartir plata y comprar alimentos para todos los que vemos en la calle, pero sí pensar en aquello que nos sobra, en aquello que no vamos a usar y en vez de tirarlo, llevarselo a alguien que pensemos que lo necesita. Preguntarle cómo lo podemos ayudar. ¿Cuántas veces caminaste por al lado de alguien que necesitaba ayuda en la calle, en el subte, y seguiste de largo? ¿Que pasa si le dedicamos cinco minutos de nuestro día? Quizás sea hasta aún más simple. Podemos empezar por escuchar, por mirar a los ojos y prestar los oídos. Decir buen día con una sonrisa le puede cambiar el humor a alguien. Aunque suene un poco cliché, como dijo Bob Marley “... usa tu sonrisa para cambiar el mundo, pero jamás dejes que el mundo cambie tu sonrisa.”

Los invito a hacer un ejercicio. A prestar atención cuántas veces al día nos quejamos y sobre todo a preguntarnos ¿de qué nos quejamos? ¿realmente vale la pena o es tan importante? Creo que muchos se van a sorprender al ver que estamos gran parte del día quejándonos. El tiempo y la energía que invertimos en opinar y criticar las cosas que hace la gente que nos rodea, es inmensa. Presten atención y se van a dar cuenta el tiempo que se va en charlas sobre lo mal que hace las cosas tal persona. Si hay algo que no nos gusta, o que nos parece incorrecto, ocuparnos para cambiarlo. No esperar a que alguien más lo haga. Nos quejamos como si alguien nos debiera algo, como si la vida tuviese algún compromiso con nosotros y nos tiene que dejar todo en bandeja. Esperamos que las cosas nos pasen y hay veces que llegan, pero en muchos casos somos nosotros mismos los que tenemos que ir en busca de los cambios que queremos. No nos quejemos, actuemos. Y si nos encontramos quejándonos, cuestionémonos. Preguntémonos ¿de qué me estoy quejando? ¿Qué es lo que realmente me molesta? Porque al fin y al cabo, uno critica solo aquello que en realidad admira.Probablemente pienses que es muy difícil hacer este cambio. Implica conocerse, revisar nuestras creencias y cuestionar aquellas verdades con las que crecimos. Y también podemos pensar que sentido tiene cambiar si una sola persona no va a cambiar el mundo. Pero ¿Qué pasa si de a poco vamos tomando un compromiso que a la larga nos beneficia a todos? Pienso que va más allá de las políticas del gobierno de turno, o de cómo nos fue ese dia en el trabajo, creo que el camino empieza por respetarnos los unos a los otros para que juntos tiremos para el mismo lado. No busco que todos pensemos igual, que estemos de acuerdo en todo, que queramos las mismas cosas. Pero si considero importante respetar al otro, entender que puede pensar distinto y que no es necesario defender nuestras opiniones a gritos e insultos. Por que no son verdades, son simplemente una manera de ver. Seamos el ejemplo porque estoy cada vez más convencido de una frase que alguna vez leí: “No tenemos que dejar un planeta mejor para las personas, le tenemos que dejar mejores personas al planeta".