Vivir a Consciencia

¿Jugar bien?

Fui jugador profesional de tenis. Fui jugador universitario en Estados Unidos. Hoy soy entrenador en una academia y coach de un tenista profesional. El patrón siempre es el mismo: cuando termina el partido lo que importa es quién ganó y quién perdió. Quién jugó bien y quién jugó mal. Quién avanza a la siguiente ronda y quién se vuelve a casa. El éxito y el fracaso. Y la historia se repite en otros deportes.

Intentamos explicar los partidos desde las emociones, sentimientos y sentido común. Analizamos las diferentes situaciones dentro del juego para intentar entender el resultado. Contemplamos las estadísticas para decir que uno jugó mejor que el otro. Pero, ¿qué equipo jugó bien?

Quizás con un ejemplo me pueda explicar mejor. Semifinal de la Champions League 2009-2010: Inter vs Barcelona. Mourinho vs Guardiola. El Barça era el campeón defensor, una orquesta sonando al ritmo del tic tac. No tenía rivales que la desafinaran. Al menos hasta que llegó Mourinho quién desplegó todas sus tácticas, estrategias y recursos tanto dentro como fuera de la cancha para silenciarlos. El Inter avanzó a la final y fue campeón. Por un lado, el Barça dominó en todas las estadísticas, y desplegó su clásico estilo avasallador. Por el otro, el Inter se guardó atrás y esperó las oportunidades para contra atacar. Ahora bien, cada uno utilizó sus mejores recursos, entonces, ¿quién jugó mejor? ¿El Barça que hizo más pases, llegó más veces y tuvo más posesión de pelota? ¿O el Inter que utilizó sus herramientas para neutralizar a la bestia y ganar el partido? Al fin y al cabo, el partido lo gana el equipo que hace un gol más que su rival.

En el tenis ocurre lo mismo. Termina un partido y suele ser muy común escuchar explicaciones de los jugadores con respecto a las sensaciones que tuvieron durante el mismo. Se escucha la famosa frase ¨no la siento¨ - que está muy instalada en el ambiente - pero termina siendo algo tan relativo y subjetivo que resulta imposible de analizar.

Nos enredamos en las emociones del partido, en lo que sentimos, en lo que le puede estar pasando al otro, en el después y nos olvidamos del ahora. Es un juego y el objetivo es ganar. Punto tras punto tomamos decisiones y elegimos una estrategia particular para poder salir victoriosos. Quizás no de la manera más vistosa o llamativa, pero si nos acerca a nuestro objetivo, ¿por qué no?

Medvedev, ese ruso flaco alto que muchas veces parece despatarrado, irrumpió en el circuito el año pasado. Con su técnica rara, una mezcla de soltura, dos saques super potentes y una solidez llamativa para su movilidad y estatura, se la pasó todo el año destruyendo rivales física y mentalmente. En la final del Us Open, Nadal lo venía controlando por 2 sets a 0. Los ángulos, la intensidad y la potencia de Rafa desbordaban al ruso. En un momento de desesperación, Daniil decide probar el recurso de saque y red para sorprender al español. ¿Era ese su estilo de juego? ¿Para él eso significará jugar bien? ¿Lo había planificado con su coach? No lo sabemos, pero en ese partido decidió dejar sus sensaciones de lado, salir de su zona de confort, y usar una herramienta que no suele utilizar tanto. Bien o mal, lo cierto es que al acortar los puntos y sacar a Rafa de su comodidad, lo pudo poner contra las cuerdas y llevarlo a una definición en 5 increíbles sets donde estuvo muy cerca de lograr su primer Grand Slam. Al final, Nadal pudo imponer su mentalidad y agresividad por sobre las intenciones de su rival, y así demostrar - una vez más - que como gran competidor que es, despliega todos los recursos necesarios para lograr la victoria.

Si logramos correr el foco de la sensación, hacia el juego en sí, nos permitiremos tomar decisiones más lucidas con respecto a lo que nos conviene hacer en cada tiro o en cada jugada. Desde ya, sí ponemos toda nuestra atención en la estrategia puntual nos deshacemos de un montón de pensamientos que analizan nuestro accionar durante el partido. La cantidad de energía derrochada en esos análisis es abismal y ni hablar del tiempo que perdemos juzgando cada tiro que podríamos o deberíamos haber hecho. Me parece fundamental el hecho de liberarnos de ese sistema y crear uno nuevo donde todos nuestros sentidos estén prendidos para encontrar cuál es el golpe que podemos utilizar para lograr sorprender o desestabilizar a nuestro rival.

Por otro lado, comprendo que como seres humanos estamos programados para juzgar todo lo que vemos y se nos hace imposible el hecho de sentarnos a ver un partido, y no pensar qué se podría haber hecho mejor en esa jugada. La crítica, tanto negativa como constructiva, es algo que nos urge desde nuestro interior. Y es aquí donde se nos presenta una oportunidad. Podemos tomar esa información para atacarnos, frustrarnos y enojarnos o podemos decidir usar esa información para mejorar nuestras posibilidades de ganar. La elección es nuestra, no depende de nadie más.

¿Quién juega mejor? ¿El qué ataca más? ¿El que hace más goles/winners? ¿El que defiende mejor? ¿El que gusta más y juega más lindo? o ¿el qué gana?

¿Es cuestión de gustos? ¿Quién entonces define los parámetros para evaluar? Mi punto en todo esto es que más allá del adjetivo o la característica que le podamos atribuir al juego que estamos observando, no es más que eso. Una simple opinión. Por ende, cuanto menos tiempo pasen los deportistas poniendo adjetivos sobre el juego del rival, y más rápido se enfoquen en que estrategia deben tomar frente a eso, mayores serán sus probabilidades de ganar.

El gran Marcelo Bielsa, que esta semana celebra el ascenso a la Premier League con el Leeds, lo dijo muy claro:

"No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganás, el mensaje de admiración es tan confuso... Te estimula tanto el amor hacia uno mismo que eso deforma. Y cuando perdés sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiar, a ofenderte, sólo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal."

Mi interpretación, es que más allá del éxito o fracaso en el resultado, lo importante es tener en claro cuales son mis herramientas para intentar doblegar al rival en cada jugada. Por lo tanto, no se trata solamente de jugar como un equipo de Guardiola, o de ser un artista en cada punto como lo es Federer. Sino que cada jugador debe buscar la mayor eficiencia en sus recursos para imponer su estilo de juego. Tomar perspectiva, analizar en frío, usar la energía en moverse y ejecutar nuestro plan son cosas que suenan tan básicas que aburren. Pero si lo pensamos, es lo que mejor hacen los más grandes competidores de la historia. ¿No deberíamos probar nosotros también?

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