Pablo H. Paladino

El vengador coreano no puede ser feliz

Manual sobre la venganza según Park Chan-Wook

alt

I. Psicología de la venganza

“Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas.”

Sir Francis Bacon ​​(1561-1626), filósofo y estadista británico.

Un hombre-bomba hace volar un edificio, ícono religioso. El gobierno pone en marcha un aparato de búsqueda militar y tiempo después el líder de una organización terrorista es baleado junto a sus secuaces en un búnker oculto.

Un asesino en serie aterroriza una ciudad durante meses. Tras numerosas manifestaciones de familiares de víctimas, finalmente se investiga y el culpable es capturado y condenado a prisión perpetua.

Un muchacho ebrio golpea con violencia desmedida a un perro atado sólo por diversión, una y otra vez. El perro está furioso, no cesa de ladrar ni de tirar del collar en su cuello hasta que la soga se corta. Más tarde, el joven ingresa al hospital con numerosas lesiones por mordidas.

Un niño tímido, harto de recibir bullying, reacciona por única vez de forma salvajemente violenta contra su acechador dejándolo noqueado en el patio de la escuela.

Un grupo narco es emboscado por una banda rival que pretende manejar la zona y muchos de sus integrantes, con antecedentes penales, son capturados por la policía. Una semana después, el líder de los nuevos dueños del barrio es baleado mientras almorzaba en un restaurante.

Una señora sufre el arrebato de su teléfono celular mientras habla en el interior de su auto. Un muchacho en bicicleta se escapa zigzagueando entre el tránsito. La señora acelera sin dudar, sube a la vereda y lo persigue hasta que lo hace caer.

Algunas de las situaciones antes mencionadas nos resultan familiares ya sea porque nos recuerdan a una pieza de ficción, o bien, a un hecho real que lamentablemente leímos en un portal de noticias.

Si nos adentramos en las situaciones relatadas, es probable que alguno de sus desenlaces nos provoque cierta satisfacción. ¿Por qué pasa eso?. ¿Por qué nos hace sentir bien una serie de hechos que son objetivamente terribles?.

Todos los enunciados son diferentes pero a la vez tienen algo en común: existe un agravio inicial y una represalia posterior como principales condimentos. En una segunda mirada, podemos pensar además en un tercer elemento: las consecuencias que el sujeto vengador deberá asumir luego de dicha venganza.

Revenge dream

Si llevamos esas ideas al mundo del cine, podemos trazar una correlación con los tres actos que todo guión, que se precie como tal, suele tener. Las historias de venganza son sencillas de construir y atrapantes para los espectadores que parecemos efectivamente seducidos a presenciar ese tipo de conflictos.

Como persona de bien, un dilema que trae aparejado este tema es: si es correcto desear el mal a quién provocó un mal anterior, o peor aún, desear embarcarnos nosotros mismos en una cruzada para llevar a cabo la venganza. Pues tranquilos estimado lectores, parece que es normal. Varios estudios científicos han demostrado que el ser humano es justiciero por naturaleza e intentará buscar revancha ante una situación desigual. Incluso se ha observado el mismo comportamiento en algunos animales. Queremos ver la balanza equilibrada, por ello nos regocijan aquellos films donde “los malos” reciben lo que se merecen, quizás porque sabemos que en la vida real no siempre es así. Entonces, ¿qué es lo que se busca en realidad?: La venganza es un medio pero el objetivo final es la justicia (o algo parecido).

En el mundo moderno, vivimos organizados en sociedades con parámetros de convivencia definidos y regulados, y eso limita el accionar de las personas (y su venganza) para conseguir lo subjetivamente justo. Generalmente, ese límite es el punto de conflicto que los protagonistas de estas películas deberán atravesar. En la vida real debemos recurrir a la policía, los jueces o los medios de comunicación para denunciar un agravio. “Vengarnos” por las vías legales debiera ser suficiente y, en el mejor de los casos, con los responsables asumiendo las consecuencias. El tipo de justicia de las películas de venganza es siempre “por mano propia”: la víctima, un ciudadano normal, se empodera de tal manera que toma toda la responsabilidad de balancear la situación. Luego de haber visto tantas historias del estilo, podemos imaginar el desastre que eso provoca.

De acuerdo a la psicología moderna sabemos que la subjetividad del ser humano se ve completamente atravesada por los sentimientos. No es capaz de separar efectivamente lo que siente de lo que piensa, básicamente porque sentir es pensar, biológicamente hablando. El entramado es estructural e inseparable. De esta manera desarrollamos sesgos de pensamiento involuntarios, algunas veces colectivos o culturales y otras individuales, que condicionan nuestro comportamiento.

La venganza, así como el amor o la culpa, puede cobrar tal intensidad que se vuelve omnipresente hasta cooptar y tamizar todos nuestros pensamientos. Se torna difícil librarnos de ella y muchas veces es excluyente: no se puede pensar en otra cosa. Las obsesiones, las situaciones límite, la violencia son temas que han sido tratados en el arte infinidad de veces. Sin embargo, existe una corriente cultural proveniente de oriente que se involucra de una manera distinta, visceral, extrema y brutal con estos temas y lo transmite a sus obras sin tapujos y en alta definición.

II. Asia extrema

“Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas.”

Confucio (551 AC - 478 AC), filósofo chino.

Se conoce como Extreme Asia al movimiento cultural que ha desafiado a occidente en décadas pasadas con sus historias cargadas de dilemas morales profundos. Dicha exportación artística incluye desde el terror japonés hasta los thrillers de venganza de Corea del Sur, y desde la nueva película policíaca de Hong Kong hasta las historias de fantasmas en Tailandia. La globalización alcanzó, en aquel entonces, a las películas y ayudó a acercar el arte haciendo que el mundo sea más pequeño para un público masivo que evidentemente está dispuesto a consumir elementos foráneos. Los cuestionamientos incómodos, las diferencias culturales y la crudeza de los films han cosechado gran cantidad de seguidores (y detractores), convirtiendo el movimiento en culto.

El surcoreano Park Chan-Wook es parte fundamental en esa explosión, dueño de un estilo único, cautivante e irascible sin llegar a ser grosero. Es capaz de trabajar la violencia más salvaje dentro de un lenguaje visual y narrativo estéticamente bello.

Park Chan Wook

Los relatos de un subgénero tan específico como Revenge Movies tienen una estructura muy determinada pero eso no significa que todas las películas de venganza sean entretenidas. Allí es donde la destreza de directores (como Park), guionistas y directores de fotografía hace la diferencia.

El director, nacido en 1963 en Seúl, soñaba con ser crítico de arte por lo que se formó y publicó muchos ensayos y trabajos de investigación especialmente sobre cine contemporáneo durante su juventud. Según él mismo afirmó, luego de ver “Vértigo” (1948) de Alfred Hitchcock, decidió que sería cineasta. Siguiendo ese sueño, se convirtió en asistente de dirección mientras se ganaba la vida escribiendo críticas para medios locales. Además de sus labores como director, se desempeña también como guionista y productor siendo actualmente una figura muy importante para la industria.

Park Chan-wook se ha convertido en un nombre reconocido del cine mundial, en gran parte, gracias a tres de sus películas estrenadas entre 2002 y 2005 que tienen a la vendetta como leitmotiv y que más tarde se las conocería como “La Trilogía de la Venganza”.

III. Revancha a la coreana

“En la venganza el más débil es siempre más feroz.”

Honoré de Balzac (1799-1850), escritor francés.

Mediante guiones inteligentes, personajes complejos y disyuntivas que interpelan, Park Chan-wook ejecutó su trilogía con excelencia visual y total impunidad creativa.

En 2002 se estrenó “Sympathy for Mr. Vengeance” que se presenta como la más cotidiana de la entrega: sus personajes podrían ser personas reales con problemas reales, como cualquiera de nosotros. La primera parte pinta como un drama parsimonioso y costumbrista, pero eso es solo un truco muy bien ejecutado que nos sorprende con golpes durísimos media hora más tarde.

El personaje principal es Ryu, un sordomudo empleado fabril, que lo intentará todo para conseguir pagar el trasplante de riñón que su hermana necesita con urgencia, consecuencia de la tremenda desigualdad y burocracia en la que se encuentran sumergidos. Luego de ser estafado por traficantes de órganos ilegales; inicia, junto a su pareja Yeong, un plan b: secuestrar a la hija de un ex-jefe para pedir rescate y conseguir el dinero. Sencillamente desolador. Ambos sin experiencia delictiva, tratan a la niña con mucho amor mientras negocian el rescate, hasta que la hermana de Ryu se entera. Ella no puede soportar ver a su hermano delinquiendo por su culpa, se siente una carga y se suicida dejando un último deseo: “Devuelve a la niña”. En medio del dolor, Ryu se descuida y la niña cautiva muere accidentalmente.

El hecho marca un quiebre en el ritmo y los acontecimientos se precipitan. De aquí en más el personaje principal pasa a ser Dong-jin, el padre de la niña. La segunda parte se vive mucho más activa dado que todos los planes de venganza se ponen en marcha de manera simultánea.

Al año siguiente Park estrena “Old Boy” (2003), la más exitosa de la saga que marcó un antes y un después en el cine de oriente. Junto a “La isla” (2000) de Kim Ki-duk se las considera como los primeros films que realmente llegaron a conquistar al público en occidente. Oh Dae-su es secuestrado una noche cualquiera y sin razón aparente. Luego de lidiar durante quince años con el encierro, el dolor y la locura, es liberado y su desconocido captor lo desafía a encontrarlo en 5 días. Seguiremos al protagonista durante todo su frenético viaje de intrigas, amor, sangre y venganza.

Food in oldboy

Con escenas que se convirtieron en emblemáticas, dentro de una ambientación oxidada y sórdida, “Old Boy” nos envuelve en circunstancias extremas mientras que cada paso hacia el desenlace es más sorprendente, doloroso e incómodo. Con reflexiones profundas sobre la libertad, el paso del tiempo y el amor, la película confirma que alguien enfermo de venganza, nunca podrá ser feliz. Dejando atrás el grotesco de “Old Boy”, el director se embarca en una historia mucho más cuidada, sensible, delicada y, hasta por momentos, esotérica, pero no por eso menos cautivante y violenta: “Sympathy for Lady Vengeance” del año 2005.

Algo diferente de esta entrega, que la distingue de sus predecesoras, es que pone fuera de plano las acciones de violencia más explícitas. Este hecho, sin embargo, resulta mucho más perturbador porque deja que la imaginación de la audiencia complete los huecos, sólo entregando reacciones y sonidos a modo de pistas. Aterrador.

El centro de la historia es Geum-ja, una joven que, luego de ser engañada y extorsionada, es condenada a trece años de prisión injustamente. La conocemos el día de su liberación con solo un objetivo en mente: venganza, claro. Visitamos, algo caóticamente, su vida mediante flashbacks, sueños, alucinaciones y foreshadows que nos ayudan a comprender sus motivaciones y planes.

Cuando creemos que el final está cerca, se conoce una revelación que le da la chance, a la culposa protagonista, de redimirse a un nivel superior. Su actitud cambia y deja de ser una vengadora solitaria para convertirse en una líder justiciera y despiadada con métodos poco ortodoxos, hecho que la ayuda a cumplir su objetivo inicial.

IV. Venganza hasta morir

“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón.”

Jorge Luis Borges ​​(1899-1986), escritor argentino.

Los personajes de la trilogía han sido dañados profundamente. El agravio recibido es tan grave y movilizante que la violencia está justificada y el espectador está dispuesto a tolerarlo. Están desesperados y eso los empuja a superar un punto de no retorno en donde no existen miramientos ni vuelva atrás. El motor de la venganza los ha dominado por completo, los maneja estructuralmente.

“¿Puedo volver a ser el viejo Dae-su Oh?”, se pregunta el protagonista de “Old Boy” mientras su venganza está en marcha. La respuesta es no, no podrá parar y la conclusión será completamente transformadora. En cada película, los personajes tienen un momento estable de “normalidad” que bien podrían tomarlo como escotilla de escape para continuar con su vida, pero todos lo desestiman. Dejan pasar las salidas de la autopista porque van demasiado rápido hacia su objetivo, el cual está ubicado justo antes del abismo.

Posters

Amor, desamor, tragedia, desdicha, ira, plan, violencia, objetivo, angustia, vacío, consecuencias: Existe una montaña rusa de emociones en el camino del vengador que, si bien puede tener distintas curvas, siempre termina en el mismo lugar. Las consecuencias serán siempre negativas y devastadoras.

Desde nuestra comodidad vemos esto muy claro y encorsetados en el sentido común no avalamos la salvajada brutal expresada en las películas como modus operandi. Soltar, pasar la página, olvidar y dejar que la justicia se encargue parece ser lo más sensato, pero la “Trilogía de la Venganza” es tan cruda es su tono y tan eficaz en su modo que nos invita a preguntarnos todo el tiempo: “¿Qué haría si me ocurriera a mí?”.

Pablo H. Paladino - Trabajo final para taller de crítica 2021

@palamago


Trailer Sympathy for Mr Vengeance de 2002:

Trailer Oldboy

Trailer Oldboy de 2003:

Trailer Oldboy

Trailer Sympathy for Lady Vengeance de 2005:

Trailer Sympathy for Lady Vengeance


Referencias