Pablo H. Paladino

Relatos Salvajes (2014)

Segmento “El Más fuerte”

🎬 Damián Szifron | IMDB

Relatos Salvajes Mario

Un lujoso auto importado atraviesa a gran velocidad los solitarios caminos del norte argentino. De igual manera, en la misma ruta y con idéntico sentido, transita otro auto más antiguo, con menos mantenimiento y por lo tanto también a menor velocidad.

Un vehículo que sobrepasa a otro en una ruta en lo que podría haber sido una maniobra cotidiana más de las que hay millones en el mundo por minuto, pero no. Ésta es particular: Mario, conduciendo el auto destartalado, no lo deja pasar a Diego en su poderosa máquina alemana. Lo cierra una vez. Dos veces. Diego se impacienta y en una curva hace uso de los caballos de fuerza extras de su vehículo y logra ponerse a la par. Mario no puede, o no quiere, evitarlo esta vez.

Diego es elegante pero no refinado; es poderoso pero no corajudo; tiene un buen trabajo pero no es educado. Claro que él no lo sabe y cree que tiene esas cualidades... y muchas más. Todos conocemos a alguien así. Mientras los autos están a la par, un Diego desencajado se burla e insulta a su “rival”, lo sobrepasa y se pierde en el horizonte. Mario sólo se limita a mirarlo de costado y sonreír sin mostrar los dientes.

Lo que hizo Mario es imprudente y el insulto de Diego es ordinario y racista. Son actitudes que capturan la época. No es casual. Marca la cancha. Abren la grieta, que a veces soñamos que cicatriza, pero que no necesita más que una palabra para abrirse de nuevo. Que es más profunda y ancha cada vez.

Varios kilómetros más adelante la paz y festejo de Diego se ven interrumpidas por el sonido de una rueda pinchada. Nuevamente todo parece cotidiano, de rutina: un cambio de cubierta en la banquina de una ruta. Pero al igual que la tortuga en la fábula de Esopo: vemos aparecer, despacito, al auto de Mario que se aproxima a la liebre (en forma de auto de lujo) que “descansa” cerca de la meta. Las partes de la grieta están a punto de entrar en batalla nuevamente.

La tensión regresa y el conflicto se transforma en mucho más que un altercado verbal. La taba del “poder” cambia de lado varias veces durante el segundo acto de la historia, como si de un péndulo se tratara. En cada envión la violencia y la sed de venganza se amplifican, escalan, sin empatía, con odio, sin límites… o si: hasta EL límite.

Szifron empuja a sus personajes hacia un punto de no retorno disfrazado de cotidianeidad que abre esa cápsula de odio escondida que todos llevamos dentro. Además del sazón que le dan a sus historias algún que otro desequilibrio psicológico: el cóctel perfecto. Algo nos deja claro “El más fuerte”: poder y venganza son fuerzas que se atraen. El odio y la ceguera aumentaban cada vez que uno veía vulnerable al otro. Ser humano en estado salvajemente puro.

Pablo H. Paladino - Curso de Crítica 2020

@palamago

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Pablo H. Paladino