Yamil Arin

En Terapia: Cap. 1 - Marina.

Una Articulación desde la Psicopatología

En el primer capítulo de la serie producida por la Televisión Pública Argentina, se nos presenta una sesión en la cual acude una paciente llamada Marina, luego de haber bebido y salido de visita a un bar hasta la madrugada. En terapia, se la ve realmente angustiada, llorando y comentándole al analista que seguramente se sentirá decepcionado, pues ella no sabe qué hacer. La paciente relata haberse peleado con su pareja, Andrés; en esa discusión la paciente comenta haber gritado, llorado, “putearlo” y hasta menciona haber agredido contra él, lanzándole con una computadora en el momento en el que Andrés comienza a llorar, diciéndole que estaba cansado de esa situación. Teniendo esto en cuenta, consideramos que la paciente presentó un ataque histérico, pues coincide con lo que Freud (1894) desarrolla como conversión en “La neuropsicosis de defensa”, donde la gran suma de excitación que genera la representación inconciliable de aquella primera vivencia traumática generada en la infancia (de carácter sexual), se traspone a lo corporal, como por ejemplo el llanto, los gritos y la manera en que Marina le arroja con un objeto a su novio. Este es el modo de volver inocua esa representación, es decir, en modo de defensa ante ésta que es insoluble para ella.

Esta inervación motriz o más específicamente, el ataque histérico que tuvo la paciente nace porque la situación en la que se encontraba (la discusión por el ultimátum) que puede ser denominada como un momento “traumático auxiliar”, mantiene cierto nexo íntimo con la vivencia traumática infantil que hace desencadenar el ataque mediante cierto proceso asociativo.

En “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis” (1896), se plantea que el contenido de este ataque es semejante al coito, es por esta razón que se presentan como, por ejemplo, los gritos en ella. Así mismo en “Apreciaciones generales sobre el ataque histérico”, Freud (1909) explica que existe una pérdida de conciencia en el ataque y que es análoga a la privación de conciencia que sucede en la cima de la satisfacción sexual (coito). Esta satisfacción se retorna en el movimiento de la lengua, por ejemplo, o al momento de los gritos de Marina. Siguiendo con esto, consideramos importante mencionar que los síntomas histéricos son la realización de una fantasía inconsciente que expresa el cumplimiento de un deseo, según Freud (1908).

Por otro lado, Marina manifiesta no saber si podrá hablar, y que probablemente debería haber suspendido la sesión, en ese momento se levanta para intentar retirarse, pero sin embargo se vuelve a sentar y continúa con la terapia. Esta simultaneidad contradictoria que Freud (1908) desarrolla en los síntomas histéricos, se la puede observar a lo largo de la terapia mediante el hablar de la paciente, ya que más adelante también se expresará de esta manera, “contradiciendose” constantemente. Esto es debido a que dichos síntomas corresponden a un compromiso entre dos mociones pulsionales de carácter contradictorio, uno que intenta expresar esa moción, mientras que otra intenta sofocarla. Por otra parte, también los síntomas histéricos responden a dos fantasías de carácter sexual nuevamente contradictorias, una masculina que está relacionada estrechamente con la actividad y otra femenina arraigada a la pasividad. Esta simultaneidad contradictoria tiene que ver con el carácter que tiene dicha situación, el de incomprensibilidad, y es adecuada para poder ocultar la fantasía inconsciente eficaz.

La paciente relata haberse peleado con su pareja, Andrés, y que durante la noche anterior a la consulta “hizo cosas horribles”, que tiene náuseas y refiere al analista que “antes de vomitar en tu alfombra, prefiero morirme”, preguntando el psicólogo porqué eso le parece tan trágico, a lo que Marina afirma: “No se trata de vomitar en frente de mi analista, se trata de vomitar en frente tuyo: ni loca.” El responde: “Ni loca perderías el control en frente mío, sin embargo, viniste borracha, esperaste horas frente a mi casa, llorás por primera vez en sesión, yo creo que si querés perder el control delante mio” Tomando el texto “Sobre la dinámica de Transferencia” de Freud (1912), observamos, a partir de lo mencionado anteriormente, en la presencia del inicio de la sesión y a lo largo de su desarrollo, el establecimiento de una transferencia del tipo positiva, esta se caracteriza por un sentimiento tierno, erótico por parte del o de la paciente hacia el analista. Por ello consideramos que Marina hace hincapié en que se trata de vomitar en su (tu) alfombra y que por ningún motivo perdería el control en frente de él. El analista va a hacer uso de esta para guiar el análisis tal cual se ve el el video, pues en todo análisis está presente la transferencia, presentándose como resistencia a la cura, que de igual manera puede ser usada como herramienta para arribar a los contenidos inconscientes. Luego de ello, cuenta que casi se acuesta con un hombre y que Andrés le había dado de repente y sin verlo venir, un “ultimátum”, donde “o se casaban o se separaban” y que él no cree que ella lo quiera. Posterior a ello, Marina sale con su amiga Flor a un bar en donde se encuentra con un hombre, con quien luego va al baño, pero donde hubo un malentendido, pues ella solo queria que la acompañe, pero él pensó que ella queria tener relaciones sexuales y según Marina, el también le estaba dando un ultimátum y debía decidir. Cuenta que “le dieron ganas” y que debía hacerlo por su educación sexual, pues nunca había tenido sexo en un baño público.

Comienza a explicar la situación, preguntándole al analista si ello le excitaba, respondiendo este que sí. Al avanzar luego un poco más en el relato, le consulta si le daba asco lo comentado, el responde que no. Al final del relato, comenta que a raíz de que en el baño contiguo alguien orinó, ella recordó el mismo sonido que hace Andrés por las mañanas en el baño y no pudo llevar adelante el acto sexual.

Posterior a ello menciona en última instancia haber masturbado al hombre para poder salir de aquella situación, dándole asco sus manos a raíz de lo acontecido, y yendo al baño para vomitar, por el asco que le generó esa situación. Como venimos mencionando en Marina se presentan ciertos síntomas histéricos, el asco producto de esta escena sería uno de ellos. Considerando que Freud (1905) en el caso dora interpretó una escena similar (el beso del Señor K a Dora) como un momento en donde Dora podría experimentar una sensación de excitación sexual, pero lo que devino fue un violento asco, sentimientos de displacer. Tal como Marina, en esa situación en el baño ella expresó “me dieron ganas”. Seguidamente Freud explica que una persona que a partir de una excitación sexual produce sentimiento de displacer, es una “histérica”. Siguiendo en este orden, dice Freud (1905) que aquí también se presenta un desplazamiento de la sensación, en vez de una excitación genital, acontece una sensación de displacer, el asco. La excitación genital de Mariana por la masturbación al “boyscout” en el baño, que sobrevino en una sensación de asco, en el mismo momento, al relatar la situación, yendo al baño a lavarse las manos y vomitar.

Al retomar en la sesión el ultimátum de Andrés, Marina dice que él cree que ella lo engaña, que él “no quiere ir y venir más” en la relación y que ella le dijo “Bueno, está bien, entonces nos casamos o nos separamos”. Inmediatamente el analista puntualiza en haber sido ella quien realmente trajo el ultimátum a escena, que el ir y venir no es algo concreto, ella lo llevó a algo específico, casarse o terminar, pues Marina no puede vivir con esa indecisión de “ir y venir”. Ella dice que Andrés tiene razón, lo engaña “hace mucho tiempo” y le afirma al analista “está presente todo el tiempo… ¿me vas a decir que no te diste cuenta?”, “Yo estoy enamorada de vos”. Al ver la reacción del analista dice no ser la que ella esperaba. Así vemos cómo al pensar en “me vas a decir que no te diste cuenta” estamos trayendo a reflexión cómo se posiciona la transferencia, en donde el analista tiene el lugar de Sujeto Supuesto Saber (SsS), en tanto esto es instaurado por lo enigmático del síntoma. El SSS viene a completar el vacío de saber generado por el síntoma. La paciente comenta haber tenido 2 fantasías: “En una venías al sillón, me abrazabas, y me decías, yo también te amo, y teníamos sexo en el sillón”, en cuanto a la segunda fantasía “Es igual que la primera pero sin el sexo”. Luego Marina reflexiona y dice que en realidad no tuvo sexo con el hombre del bar porque realmente quería tener sexo con el analista, fantaseando un encuentro con el cuándo estaba en el bar, y finalmente yendo al baño, y ella imaginaba que el hombre del bar con quien estuvo, era su analista. Posteriormente, luego de hablar sobre ello, manifiesta no saber qué hacer, que sabe que ello está mal, terminando de esta manera la sesión. En relación a las fantasías con el analista, consideramos que si bien son propias de una histeria, estas tuvieron lugar gracias al establecimiento de una transferencia positiva en el análisis. Al igual que todo el desarrollo del análisis, ella menciona que este amor que siente por el analista está presente siempre en el análisis. Podríamos entender que el analista pudo darse cuenta anteriormente de este afecto tierno, erótico, interpretarlo como parte de la transferencia, y hacer uso de ella, ya que como Freud (1915 [1914]) expresa en “Puntualizaciones Sobre el Amor de Transferencia”, puede presentarse como una herramienta para la cura, además dice que al momento en el que la paciente confiesa este amor, como se observa en el video, es importante no sofocar lo pulsional, no llevar a la renuncia, ni responder a el, no tendría sentido alguno. Vemos que el analista, al expresar ella su enamoramiento, sigue preguntando sobre las fantasías que se desarrollaron en torno a eso, sigue interrogando, interpretando, le dice que pareciera que esta es una manera de escaparse del ultimátum, lo usa para llegar a una verdad, como una herramienta para seguir con el análisis, tal como lo decía Freud(1915 [1914]), mantener la transferencia sin sofocarla permite que devengan sus fantasías, abre el camino hacia sus experiencias más reprimidas, infantiles. Su uso para llegar a una verdad, más allá, nos lleva a pensar la consideración de Lacan (2000) con respecto a la transferencia. El menciona que la transferencia se da de manera dialéctica, esta crea modificaciones para que el sujeto se acerque cada vez más a la verdad, se producen desarrollos de la verdad a partir de inversiones dialécticas. Dialéctica de transferencia que van variando de acuerdo al momento del análisis, en este caso, un acercamiento a la verdad en relación al ultimátum que expresa Marina. Con respecto a la pregunta histérica de Marina, en el Seminario 5 de Lacan (1957), en su Clase 13, y de acuerdo a lo que se viene trabajando en clases, entendemos que la estructura de una neurosis gira en torno a una pregunta, en relación a la existencia. Específicamente, hablando de una histeria, encontramos preguntas como ¿Qué supone tener el sexo que tengo? ¿Qué es tener sexo? ¿Qué es este cuerpo? ¿Que soy? ¿Soy hombre o mujer? ¿Qué es ser mujer? Son preguntas sobre la propia sexualidad que deben anudarse con el orden simbólico. Son las que desencadenan y ordenan los síntomas neuróticos, según Lacan (1957) en la clase 12 porque la mujer posee una desventaja en cuanto a la significación de su sexo, de su sexualidad como tal. Al no significarse esto se considera que lo mencionado por Marina: “tengo que hacerlo por mi educación sexual”, además de sus fantasías con el analista y el ultimátum en favor de no querer casarse sin antes haber tenido ciertas experiencias a nivel de su sexualidad, remiten a la pregunta histérica sobre ¿Qué es ser mujer?, sobre significar su femineidad, ya que en la mujer se presenta un rodeo en la simbolización de su sexo. Su frase “no quiero morirme siendo una ignorante”, podría referirse a significar su sexualidad, su sexo, su ser mujer, la femineidad, como en el Caso Dora. En relación a todo lo planteado a lo largo de la sesión por parte de Marina, podemos encontrar una amplia gama de relaciones conceptuales. En primer lugar, podríamos mencionar la cuestión del asco en tanto la paciente busca de alguna manera generar esas impresiones al analista. Se muestra “desarreglada”, llorosa, ebria y con náuseas y aun así asiste a terapia (simultaneidad contradictoria), interroga al analista sobre si le parecía asqueroso el relato de su casi encuentro sexual con el hombre del bar, y en ese casi encuentro sexual ella remite a pensar que probablemente a su analista le diese asco si lo plantease en terapia, respondiendo este que para ella era importante darle asco. En este mismo sentido, siguiendo con “la línea del asco” podemos pensar que esto remite a un intento de Marina por intentar separarse de su deseo de establecer una relación amorosa con el analista, formando un deseo insatisfecho, en tanto si ella le generase asco al analista, este no se acercaría a ella. De esta forma, ella se denegaría su propio deseo. Esto es fácilmente visible por ejemplo en lo relatado por Freud (1900) en el Sueño de la Bella Carnicera, en donde ella deseaba poder comer un poco de caviar previo al almuerzo cada día, pero le rogaba al marido que no se lo diese. Aquí mismo podemos encontrar otra relación conceptual basada en la simultaneidad contradictoria propia de la histeria, en donde constantemente la paciente quiere dar asco, pero a la vez está enamorada del analista, dice que su pareja le dio un ultimátum, cuando el ultimátum lo dio ella, se plantea el casarse, o por el contrario, separarse, en un primer momento accedió a tener relaciones sexuales con el hombre pero finalmente no lo hizo, no quería acudir a terapia a causa de su estado pero aun así asistió a la sesión, etc. La simultaneidad contradictoria de la paciente es comparable al caso mencionado por Freud (1908) en donde la paciente “con una mano aprieta el vestido contra el vientre y con la otra intenta arrancarla”. Cabe destacar también los autorreproches de la paciente, pues reprochaba de Andrés por haberle dado el ultimátum, acusándolo de ello, insultando y enojándose con él, cuando en realidad fue ella quien lo había dicho. Esto es visible también en el Caso Dora, en donde los reproches dirigidos a su padre, eran en realidad reproches dirigidos a ella misma. Freud (1905) explica que los reproches dirigidos a otras personas, suelen ser a veces autorreproches con el mismo contenido, con la diferencia de que se deben volver contra la persona que los dice. Es así como podemos ver, que Marina hace el mismo reproche respecto del ultimátum a Andrés, cuando en realidad se está, valga la redundancia, autorreprochando a ella misma por habérselo mencionado.


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Yamil Arin